En un 2020 para olvidar en casi todos los órdenes, el golf español tiene una pequeña esperanza a la que asirse: 318 licencias más, un tímido crecimiento del 0,1% que el Presidente de la Federación, Gonzaga Escauriaza, mira con optimismo. “Cuando pase esto habrá un ‘boom’ del golf español”, asegura en una entrevista concedida a la Agencia EFE.
Aunque sea un dato pequeño dentro de las 271.788 licencias federadas del golf español, su relevancia se produce por contraste: entre 2010 y 2018 los federados no dejaron de caer, y desde el pico de 338.588 federados que cerró la primera década del siglo XXI todo había sido pérdida. Contra todo pronóstico, han crecido en el año de la COVID-19.
“Se ha conseguido subir levísimamente, pero el éxito es que sea positivo. Tenemos un deporte que se defiende bien ante la pandemia, es al aire libre, con distancia social. Y fuimos los primeros en sacar un protocolo, muy serio y con todas las instituciones, con una sola voz”, apunta el presidente de la Real Federación Española de Golf en una entrevista con EFE, en la que asegura que le consta que en este año muchos jugadores han vuelto a coger la bolsa de palos.
Las causas de la inversión de la tendencia en los dos últimos años -a razón de unas 300 licencias cada uno- se inscriben, según Escauriaza, en la reacción tras el impacto de la crisis financiera de 2008, que afectó mucho al golf, y en que el deporte ha sabido actualizarse para acercarse al jugador urbano.
“El hecho de que haya ahora más campos de golf cerca de las ciudades, pequeñas instalaciones con hoyos cortos o de 9 hoyos ha conseguido paliar un poco el inconveniente del golf, que es el tiempo, es un deporte que requiere tiempo si haces 18 hoyos”, explica Escauriaza.
La Federación también está trabajando en este campo, con tecnologías como ‘Top Tracer’ que permite simular diferentes campos del mundo desde el campo de prácticas del Centro Nacional en Madrid, o con iniciativas como las cenas ‘Gourmet Golf Experience’ que combinan esa tecnología con una propuesta gastronómica, en grupos de seis o menos personas para cumplir las normas sanitarias.
“Los españoles tenemos que hacer de turistas y ser solidarios”
La realidad de los clubes españoles durante 2020 es de un contraste acusado. Si los campos con jugadores locales están “saturados” de jugadores según Escauriaza, ya que “todo el mundo” quiere tener actividad en el exterior, los orientados al golfista extranjero que viene a España sufren los cierres de fronteras.
“Para estos campos de golf relacionados con el turismo ha sido un año horrible, por eso animo a los aficionados locales que hagamos de turistas y seamos solidarios”, apunta el presidente de la Federación, que no obstante asegura que la oferta inmobiliaria cercana a campos de golf ha funcionado “mejor de lo que pensábamos” porque algunos aficionados extranjeros se han decidido a comprar residencias en España para eludir los confinamientos.
Aún así, muchos de esos campos orientados al golfista foráneo han tenido que resistir a base de medidas como los expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE) o los créditos ICO, con lo que están “intentando aguantar” en busca de un futuro mejor.
“Cuando pueda haber desplazamientos yo creo que habrá un ‘boom’ del golf en España. Hay que aguantar, esperemos que en abril y mayo podamos tener reservas, que en Inglaterra y Alemania mejoren los contagios, que son países importantísimos para el turismo español y particularmente para el de golf”, apunta.
El influjo positivo de Rahm y el horizonte de la Copa Solheim
A nivel competitivo, el golf español vive al son de Jon Rahm. El de Barrika (Vizcaya), número 2 del mundo, ha protagonizado la noticia del inicio del año con su cambio de palos a la californiana Calloway. “Ha sido la gran noticia del inicio de año, y la ha producido Jon Rahm, eso nos beneficia enormemente. En España siempre hemos tenido alguien en el pico mundial, y la irrupción de Jon es la más fulgurante después de Tiger Woods y Rory McIlroy”, opina.
Más a largo plazo, en 2023, está la Copa Solheim, que por primera vez llegará a España en el campo de Finca Cortesín (Málaga), donde esperan que el golf femenino español tenga un impulso, especialmente en la categoría junior para encontrar los talentos que puedan dar el relevo en el futuro a las Carlota Ciganda o Azahara Muñoz.
Escauriaza ve en esta competición una oportunidad para que los campos y destinos de golf españoles se vendan al extranjero, especialmente al público de Estados Unidos y sus turoperadores.
“Esto va a permitir que los estadounidenses nos pongan en el mapa, y no solo en el campo, sino con la vivencia global, con ceremonias en Marbella y otros lugares. Muchas veces estas competiciones se juegan en sitios alejados de ciudades, nosotros tenemos que aprovechar Marbella o Benahavís para que sea una Solheim única, demostrar que es un destino más allá del campo”, afirma.
El presidente del golf español suele decir que su deporte tiene tres verdades y tres mentiras. “Las verdades es que es sanísimo, que crea puestos de trabajo sólido y que económicamente es importantísimo para el país”, asegura, recordando que generan 12.769 millones de euros al año, según el estudio realizado por IE University y la asociación de campos AECG, de los cuales siete de cada ocho van a otros sectores, como alojamientos o restauración.
¿Y cuáles son las mentiras? “Que es un deporte elitista y caro; que consumimos mucha agua, pero el 65% es reciclada; y que es malo para el medio ambiente, cuando el Centro Nacional está construido sobre un basurero“, responde. “Pero cuesta muchos años cambiar eso”, señala el optimista representante del golf español, que sorteó tímidamente el año de la pandemia.
FUENTE: Miguel Ángel Moreno / Agencia EFE