Se fundó en el domicilio particular de Luis de Olabarri, situado en Las Arenas, Getxo, el 9 de octubre de 1932
Son 90 años de historia, 90 años de vida, 90 años de anécdotas, de momentos felices, de momentos más amargos, 90 años de buenas intenciones encaminadas desde un principio a que el golf tenga una entidad propia e importante en nuestro país, un reto que, analizada la situación actual, parece objetivamente conseguido para, sobre todo, lejos de la autocomplacencia, encarar el futuro con renovadas ilusiones y apuntalar a cada paso el espectacular crecimiento de nuestro deporte.
La Real Federación Española de Golf cumple 90 años de existencia, lo que pone de manifiesto el paso histórico de esta institución deportiva que desde el 9 de octubre de 1932 aúna esfuerzos en pro de este deporte caracterizado por su elitismo durante muchos años y considerado por méritos propios, avalados por los 290.000 federados de la actualidad, en un deporte absolutamente popular, accesible a cualquier persona que quiera imbuirse del atractivo espíritu que intrínsecamente le acompaña.
Un organismo con vocación de servicio
Obviamente, el golf en España es una actividad anterior a la existencia de la Real Federación Española de Golf, cuyo nacimiento se produce precisamente para regular y encauzar una actividad que en aquel lejano 1932 comenzaba a tener una significativa entidad.
Atrás, antes del citado 1932, quedan multitud de pequeños acontecimientos que aunados conforman una interesante historia iniciada por aquellos adeptos que hace incluso más de un siglo jugaban al golf en los escasísimos campos existentes. Entonces las fotos había que revelarlas en ese atractivo blanco y negro y los jugadores, muchos, adornaban su cabeza con un elegante sombrero de ala mientras practicaban su deporte favorito.
Las ansias expansionistas del Imperio Británico llevaron al golf fuera de sus fronteras naturales durante el siglo XIX. India, Francia –por su proximidad geográfica–, Canadá y Estados Unidos fueron, poco a poco, lugares conquistados por esta auténtica fiebre verde que ahora practican más de 60 millones de personas en todo el mundo y que en España, por obra y gracia de un grupo de británicos residentes en la isla de Gran Canaria, desembarcó oficialmente en 1891, año de fundación del actual Real Club de Golf de Las Palmas, ubicado en una finca llamada ‘Lomo del Polvo’, el primer campo de golf construido en España.
El asalto a la Península estaba al caer, si bien hubieron de pasar 13 años antes de que se concretase esa realidad, el ‘Madrid Polo Golf Club’, una denominación mixta para reflejar mejor el carácter de unas instalaciones que, fundadas en 1904, se ubicaban en el hipódromo de la Castellana, más concretamente en la zona denominada ‘Cuarenta Fanegas’ y que 10 años más tarde, en 1914, se trasladó a las inmediaciones de la ‘Puerta de Hierro’.
El Club de Lasarte (1910) –embrión del RGC de San Sebastián–, la Real Sociedad de Golf de Neguri, el Real Golf Club de Zarauz (1916), el Club de Golf Sant Cugat (1919), el Club de Golf Terramar (1922), el Club de Campo de Málaga (1925), el Real Golf Club de Pedreña (1928), el Real Club de Golf de Cerdaña (1929) existían ya antes de la fundación de la RFEG, el mismo año en que vieron la luz la RSHECC tras fusionarse con el Club de Campo (1932) y el Club de Golf de Tenerife (1932).
Había, estaba claro, que organizarse, y así nació, el 9 de octubre de 1932, en un domicilio particular, en sus inicios trashumante durante los meses de verano, lo que en aquel entonces se denominó Federación de Clubs de Golf de España.
Todo ocurrió en la casa de Luis de Olabarri, situado en Las Arenas, Getxo, en una reunión a la que asistieron los representantes del Club de Campo (Pedro Cabeza de Vaca), Club Puerta de Hierro (Pedro Gandarias), Club de Lasarte (Santiago Ugarte), Club de Pedreña (Marcelino Botín), Club de Neguri (Luis de Olabarri) y Club de Sevilla (Javier de Arana).
Todos ellos tomaron los siguientes acuerdos, según figura en un documento enmarcado que se encuentra en la sala de juntas de la actual sede de la RFEG:
- Constituir la Federación de Clubs de Golf de España, que estará integrada por los Clubs aquí representados y cuantos más lo soliciten en las debidas condiciones.
- El nombre de dicha federación será “Federación de Clubs de Golf de España”. Su domicilio social será el Club de Puerta de Hierro, Madrid, salvo los meses de junio a octubre inclusive, que por orden de sorteo el Secretario deberá residir en uno de los Clubs siguientes: Pedreña, Lasarte y Neguri.
- El Secretario queda facultado para que, con la mayor brevedad posible, y una vez aprobados los Estatutos, que se ajustarán a las bases que luego se indican, dar carácter legal a la Federación”…
La apelotonada firma de los seis asistentes, junto a unas curiosas sumas situadas en la parte inferior izquierda del folio (208 más 11 y 210 más 35 ¿acaso el número de jugadores? ¿un posible presupuesto?) completan la escueta acta de constitución.
Un organismo de dimensiones crecientes
Desde aquel entonces, lo que constituía un empeño encabezado por esas pocas personas deseosas de constituir un marco jurídico y organizativo al por entonces elitista deporte del golf, se ha convertido en una empresa de enormes dimensiones que da cabida al espectacular aumento de federados con que se despidió el siglo XX, en concreto 175.444 personas, una cifra ya caduca ante los más de 280.000 federados que nos contemplan en la actualidad, situando al golf, atendiendo al número de licencias, en el cuarto lugar entre todos los deportes que se practican en nuestro país, tras el fútbol, la caza y el baloncesto.
La creciente popularización del golf y la construcción de campos públicos centran, en términos generales, la actividad federativa durante las últimas décadas, cuya espectacular evolución es palpable con un par de datos: apenas 2.500 federados en 1966, nada menos que 280.000 en la actualidad; 91 campos en 1989, 232 en el año 2000, ligeramente por encima de los 400 en la actualidad. Lejos quedan aquellos tiempos en los que el Real Club de Golf de Las Palmas, en Gran Canaria, se inauguró en 1891…
El primer presidente de aquella Federación de Clubs de Golf de España fue Luis Arana, que permaneció en el cargo entre 1934 y el inicio del conflicto civil español en 1936. Con posterioridad, el 31 de mayo de 1939, Francisco Carvajal y Xifre, conde de Fontanar, fue nombrado vocal delegado de golf en el Comité Olímpico Nacional de Deportes –organismo dependiente entonces del Ministerio de Educación Nacional–, lo que llevaba implícito la presidencia de la Federación de Clubs de Golf de España, responsabilidad que desempeñaría hasta 1950.
Fue en 1940 cuando a este organismo federativo se le dio la denominación de Real Federación Española de Golf, título que confirma plenamente el 15 de septiembre de ese año tras ser aprobados los Estatutos federativos por el Comité Olímpico Español.
A partir de entonces el golf se iría consolidando poco a poco en nuestro país, un proceso lento y pausado en un principio que poco después adquiriría una dinámica más acelerada en consonancia con el impulso ejercido por los sucesivos presidentes, unánimemente unidos por el ánimo de construir campos públicos en nuestro país para que el golf, a imagen y semejanza de lo que ocurría en Estados Unidos, Japón o los países europeos de nuestro entorno, se convirtiese en una actividad popular.
A ello contribuyeron iniciativas en principio tímidas pero con posterioridad más acentuadas –cuando las Administraciones Públicas de cada época se fueron poco a poco involucrando– que llevaron a cabo con creciente acierto los distintos rectores de la Real Federación Española de Golf.
Comenzó ese proceso de dinamización y modernización Luis Urquijo y Landecho, Marqués de Bolarque, que sucedió en el cargo a Francisco Carvajal y Xifre en abril de 1950. El Marqués de Bolarque fue el primero que impulsó una filosofía más aperturista en un proceso que se dilató hasta abril de 1959, momento en el que fue nombrado embajador de España en Alemania.
Si bien posteriormente Luis de Urquijo y Landecho recobraría el cargo de presidente de la Real Federación Española de Golf, fue su entonces vicepresidente, Luis María de Ybarra, quien asumió las máximas responsabilidades golfísticas entre el citado abril de 1959 y enero de 1965, momento en el que el Marqués de Bolarque concluyó sus funciones diplomáticas en el país germano.
Nuevas responsabilidades de Estado requirieron la presencia de Luis de Urquijo a partir de julio de 1968, por lo que éste entregó definitivamente el testigo a Juan Antonio Andreu en julio de 1968, el protagonista principal del verdadero primer boom del golf en España.
Proceso de modernización
Continuador en cierto sentido de la filosofía impuesta por el anterior presidente, Juan Antonio Andreu fue el primero que se embarcó en el proceso de modernización del organismo federativo, dotándolo de una estructura semejante a la que cualquier empresa, lo que generó beneficios inmediatos en el mundo del golf.
Todos los sectores, especialmente el femenino y el juvenil, se vieron revitalizados mediante la creación de Comités propios dentro del organigrama federativo. El Comité Femenino, por ejemplo, le fue encomendado a una jugadora amateur de elite de enorme empuje tanto dentro como fuera de los greenes, Emma Villacieros, quien impulsaría un ámbito que en aquel entonces, a finales de los años 60, era patrimonio de unas pocas porque, entre otras cosas, los rígidos planteamientos de aquella época y sobre todo de las pasadas hacía que la práctica deportiva –en este caso del golf– le estuviese prácticamente vedada a la mujer.
Llegaron, de la mano de Juan Antonio Andreu, los primeros contactos de verdadera entidad con los Ministerios adecuados para la construcción de campos públicos en España aprovechando, ya entonces, el reclamo turístico de este tipo de instalaciones en aquellas zonas de nuestro país donde la afluencia de extranjeros era mayor, uniéndolos además a la red de Paradores.
Así nació, por ejemplo, el Saler, un concepto que al tiempo utilizó la iniciativa privada para incrementar significativamente, ya de lleno en la década de los años 70, el número de campos en España en lo que constituyó el primer ‘boom’ del golf en nuestro país.
La febril actividad de Juan Antonio Andreu, casi rayando en la omnipresencia, se dejó sentir asimismo en otro de los parámetros que sirven para evaluar el crecimiento del golf en España, el número de licencias, que poco a poco ponía de manifiesto que el golf dejaba de ser patrimonio exclusivo de las clases más pudientes e influyentes de este país.
Además, Juan Antonio Andreu se descolgaba con anuncios deportivos rimbombantes y curiosamente de enorme calado, lo que a su vez exigía un enorme esfuerzo organizativo suplementario –como la celebración de los Campeonatos del Mundo Amateurs por Equipos y de la Copa de la Hispanidad en España, ambos en 1970–, si bien eran las bases federativas y por extensión del golf español lo que generaba mayores desvelos en los máximos responsables del ente federativo.
La propuesta de que los golfistas españoles tuviesen la obligación de poseer una licencia federativa para jugar en los campos de golf era una de ellas, así como que, con objeto de prestar la mayor protección y apoyo posible al desarrollo del golf juvenil e infantil, se redujesen los derechos de juego en un cincuenta por ciento a los jugadores juveniles, quedando exentos de pago de tales derechos los infantiles. No en vano, eran épocas en las que los niños tenían casi vedado el acceso a los campos.
Asimismo, la Real Federación Española de Golf publicó en aquellos años el Reglamento Nacional de Ventajas –como se denominaba a los handicaps–, que sustituía al que estaba en vigor, entre otras cosas sustanciales porque apenas tenía valor.
Lo fundamental era que las normas, a tono con las que regían en el extranjero, eran mucho más claras, por lo que se auguraba que los Comités de Competición de los Clubes iban a poder aplicarlo con mayor sencillez y, sobre todo, eficacia, dado que los errores cometidos con el sistema anterior eran muy numerosos. Más tarde, bastante más tarde, llegaría la informatización a todo este proceso que en aquel entonces se realizaba manualmente, con lápiz y papel.
En otro orden cosas, el acceso de los mejores jugadores amateurs al profesionalismo era un proceso que comenzaba a darse con creciente fuerza a principios de los setenta, una época en la que las Federaciones Regionales –como se las denominaba entonces– fomentaban cada vez más la práctica del golf dentro de sus respectivos territorios.
Gestión y fomento de todo tipo de actividades
Juan Antonio Andreu fue sucedido en el cargo por Juan Manuel Sainz de Vicuña en julio de 1974. El nuevo presidente pasó a la historia del golf español como otro gran gestor, aportando sus sólidos conocimientos empresariales a la RFEG para poner las bases de una gestión moderna y pujante en este organismo federativo.
La creación de un organigrama mucho más definido y coherente; el fomento de iniciativas propias dentro de cada Comité con el objetivo de aunar esfuerzos individuales en favor del bien común; el establecimiento de una política de patrocinios como elemento fundamental en la gestión federativa… fueron, entre otras, cuestiones que caracterizaron su mandato y que quedaron reflejados en datos objetivos –el doble de federados y un 50% más de campos entre 1974 y 1981– que adquieren más valor si se tiene en cuenta que fueron gestados en una época complicada, de recesión económica mundial que afectaba a todos los sectores.
Aquellas líneas maestras de dirección, trazadas con más o menos intensidad, son las que han inspirado hasta la actualidad la gestión de este organismo federativo. Las puso en práctica Luis Figueras-Dotti entre diciembre de 1981 y noviembre de 1988 –con Juan Castresana como presidente interino entre abril y diciembre de 1981–, lo hizo a partir de esa fecha Emma Villacieros, la persona que durante más años ha ostentado la presidencia de la RFEG, en el cargo hasta diciembre de 2008, y lo continúa en la actualidad Gonzaga Escauriaza, al frente de la presidencia federativa desde ese momento hasta la actualidad.
Ya más reciente para todos, fue durante el mandato de Emma Villacieros cuando el golf español experimentó su segundo y más impactante ‘boom’, avalado por un aumento en el número de campos y licencias sin precedentes, hasta el punto de convertir al golf en el deporte de moda en España.
El objetivo de la Federación, en estos últimos 20 años, durante las presidencias de los citados Emma Villacieros y Gonzaga Escauriaza, ha sido popularizar este deporte en la sociedad española, un objetivo para el que ha resultado imprescindible la colaboración de las Federaciones Autonómicas, los Clubes y el trabajo constante de los miembros de la Junta Directiva y los distintos Comités de la RFEG.
La construcción de campos públicos a lo largo y ancho de toda la geografía española, una gestión que ya comenzó a dar verdaderamente sus frutos con la inauguración en 1995 de Can Sant Joan, La Llorea y Abra del Pas y que ahora sitúa la cifra total en 40; la creación y consolidación de una Escuela Nacional de Golf; la celebración de la prestigiosa Ryder Cup en 1997 en el Club de Golf Valderrama y la muy próxima Solheim Cup en 2023 en Finca Cortesín; la lucha por convertir al golf en deporte olímpico, la revitalización de los Open de España Masculino y Femenino y la creación del Centro Nacional de Golf en Madrid –inaugurado el 7 de marzo de 2006 por S. M. el Rey D. Juan Carlos I– han sido los objetivos principales, acompañados, felizmente, por los cada vez más habituales éxitos deportivos de los golfistas españoles, situados en numerosísimas ocasiones en las posiciones de privilegio del golf mundial.
Jugadores con historia
Los casi 90 años de historia de la RFEG se han cimentado, entre otras cosas, con la sobresaliente actuación de los golfistas españoles a lo largo de este largo periodo. Jugadores de la categoría de los hermanos Miguel, Ángel y Sebastián, de los entrañables Luis Ignacio Arana, Iván Maura, Ramón Sota o Ramón Tayá, por poner algunos ejemplos significativos anteriores a los ya más recientes José María Cañizares, Manuel Piñero, Antonio Garrido o el inconmensurable Severiano Ballesteros, pilar fundamental en la historia del golf español que tiene como principales sucesores a José María Olazábal, Sergio García y Miguel Ángel Jiménez, han brillado con inusitada fuerza tanto dentro como fuera de nuestras fronteras.
Por si fuera poco, la espectacular irrupción de Jon Rahm en el panorama golfístico mundial, donde se ha convertido en una referencia imprescindible avalada por los numerosos e importantes títulos conseguidos a velocidad de vértigo, que le han llevado al número 1 del Ranking Mundial, constituye el soporte definitivo para un deporte sustentado por una enorme base social que ha contribuido a superar con éxito la crisis mundial financiera de 2008 y la pandemia del coronavirus de 2020.
En el ámbito femenino, imprescindible alabar la aportación de las jugadoras pioneras en España –Mercedes Etchart, Elvira Larrazábal, Carmen Maestre, etc– que ofrecieron el testigo a siguientes generaciones –Emma Villacieros, Cristina Marsans, Teresa Bagaría, Marta Figueras-Dotti, la primera profesional española que, entre otras cosas, ganó en el Circuito Americano, etc– hasta llegar a nuestros días, donde la prolífica cantera del golf español encarnada por Carlota Ciganda, Azahara Muñoz y compañía constituye el último eslabón de una cadena en la que asimismo es preciso destacar a Raquel Carriedo y Paula Martí como punta de lanza de la actual ‘armada española’ que brilla en el Circuito Europeo Profesional.
Todos y todas han aprovechado en mayor o menor medida la celebración de los torneos organizados por la RFEG, tanto individuales como colectivos, campeonatos de España amateurs de todas las categorías (benjamines, alevines, infantiles, cadetes, sub-18, juniors, absolutos, seniors, todos ellos masculinos y femeninos, además de los Interautonómicos), así como torneos profesionales del más alto rango (Open de España Masculino y Femenino, Challenge de España, Campeonatos de España de Profesionales Masculino, Femenino y Senior Masculino).
Además, la RFEG se ha encargado desde siempre de la selección de los golfistas y equipos que representan a España en los torneos internacionales más prestigiosos, donde los españoles, desde siempre, han conseguido brillantísimos resultados.
Dos Campeonatos del Mundo por Equipos Femenino (1986 y 1992); 4 Campeonatos de Europa Absolutos por Equipos Femeninos (1995, 2003, 2005 y 2007); 7 de categoría Junior y 6 Sub-18; 1 Campeonato del Mundo Universitario (1992); 3 medallas de oro en los Juegos del Mediterráneo… Dos Campeonatos de Europa Absolutos por Equipos Masculino (1997 y 2003); 4 de categoría Sub-18 Masculina (1990, 1996, 1997 y 2002), subcampeones del Mundo en 2004, Juegos Mediterráneos en 2005… la extenuante relación de éxitos colectivos se suma a los asimismo numerosísimos conseguidos de forma individual y que sitúan a España como una potencia europea y mundial.
Las sedes de la RFEG
La sede actual de la Real Federación Española de Golf, situada en la Avenida de Arroyo del Monte, en Madrid, moderna y funcional, integrada dentro del Centro Nacional de Golf, un campo de carácter público y popular, constituye un ejemplo para la gran mayoría de Federaciones Deportivas Nacionales, tanto españolas como extranjeras. Inaugurada por S. M. el Rey D. Juan Carlos I el 7 de marzo de 2006, la actual ubicación y la practicidad y posibilidades de sus instalaciones para acoger todo tipo de eventos dista mucho de las antiguas sedes de este organismo federativo, instalado primeramente, con enorme dedicación y cariño, en el domicilio particular de Enrique Meijide, en la calle San Bernardo de Madrid, nombrado secretario general de la RFEG en 1945.
Un posterior traslado, ya en la década de los 60, a la calle Bailén y, ya en 1970, otro más al 5º piso del número 9 de la calle Capitán Haya constituyen el periplo federativo antes de desembarcar, el 15 de julio de 2005, en el Centro Nacional de Golf, campo que se abrió al público el 31 de octubre de ese año.
Las funciones de la RFEG
Al margen de sus actividades propias de gobierno, administración, gestión, organización y reglamentación del deporte del golf, la Real Federación Española de Golf tiene la potestad de organizar las actividades y competiciones oficiales de ámbito estatal, tanto las de carácter nacional como internacional.
Asimismo, en coordinación con las federaciones de ámbito autonómico, actúa en la promoción general del deporte del golf en todo el territorio nacional, ejerciendo, entre otras cuestiones, la responsabilidad disciplinaria deportiva en los términos establecidos en la Ley del Deporte, sus Estatutos y los reglamentos internos.
Para desempeñar todas estas labores, cuenta con una serie de órganos de gobierno y representación –la Asamblea General y el Presidente– y otros complementarios como la Junta Directiva, el Secretario General y el Gerente. En el seno de la Asamblea General se constituye una Comisión Delegada de asistencia a la misma.
La Asamblea General
Es el Órgano Superior de la Real Federación Española de Golf. Están representados los Clubes y demás Asociaciones Deportivas, los deportistas, los técnicos-entrenadores y los jueces-árbitros.
La Comisión Delegada
Es el órgano de control ordinario y seguimiento de la gestión federativa.
La Presidencia
Es el órgano ejecutivo de la Real Federación Española de Golf. Ostenta su representación legal, convoca y preside los órganos de gobierno. Es elegido cada cuatro años mediante sufragio de los miembros de la Asamblea General.
La Junta Directiva
Es el órgano colegiado de gestión de la Real Federación Española de Golf. Sus miembros son designados y revocados libremente por el Presidente.
La Real Federación Española de Golf cuenta de forma oficial con una Junta Directiva que se encarga de gestionar todas las cuestiones federativas durante los años de mandato del Presidente, quien tiene la postestad de designar y revocar libremente a sus miembros. La Junta Directiva de la Real Federación Española de Golf está compuesta por un máximo de veinte miembros, entre los cuales figurarán el Presidente, tres Vicepresidentes, un Tesorero y los vocales que, en número no superior a quince, sean designados.
La Gerencia
Garantiza, bajo la superior autoridad del Presidente, la buena marcha económica y administrativa de la Real Federación Española de Golf.
PRESIDENTES DE LA RFEG
D. Luis de Arana 1934-1936
D. Francisco Carvajal y Xifre, conde de Fontanar abril 1939 – abril 1950
D. Luis de Úrquijo y Landecho, Marqués de Bolarque abril 1950 – abril 1959
D. Luis Mª de Ybarra y Oriol abril 1959 – enero 1965
D. Luis de Úrquijo y Landecho, Marqués de Bolarque enero 1965 – junio 1968
D. Juan Antonio Andreu Bufill junio 1968 – julio 1974
D. Juan Manuel Sainz de Vicuña julio 1974 – abril 1981
D. Juan Castresana Ávila abril 1981 – diciembre 1981
D. Luis Figueras-Dotti Cabot diciembre 1981 – noviembre 1988
Dª. Emma Villacieros Machimbarrena noviembre 1988 – diciembre 2008
D. Gonzaga Escauriaza Barreiro diciembre 2008 – actualidad